
Después oí la voz del Señor, que decía:
“¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros?“
Entonces respondí yo: “Heme aquí, envíame a mí“.
Isaías 6:8
El uso de la profecía es altamente debatido en la iglesia hoy día- ¡No he venido a debatir eso! Primeramente, está claro que muchos no comprenden la función profética en el cuerpo de Cristo. Como resultado, una cantidad infinita de lobos se han colado reclamando ser profetas: reclamando haber sido enviados, escogidos, llamados- entre otras muchas cosas. Muchos ni tan siquiera comprenden la diferencia entre el don profético y el Cargo de Profeta… las personas piensan que es lo mismo, pero no es así.
El primero es una unción temporera (urgencia) dada por el Espíritu Santo en la cual cualquier miembro de la iglesia que es 1) nacido de nuevo y 2) camina en rectitud y obediencia a las Escrituras puede ser usado por Dios para entregar un mensaje, ver o ‘hablar’ sobre el futuro o recibir información previamente desconocida que puede o no ser instruida para compartirse públicamente- todo para traer sabiduría, conocimiento y entendimiento al cuerpo de Cristo. La profecía hace el gran trabajo de “Levantar” creyentes: fortalece, consuela y les recuerda que Dios está activa e intencionalmente involucrado en las vidas de Su pueblo. Cuando se usa de manera apropiada el don de profecía es un regalo hermoso y de mucha ayuda de Dios que busca consolar e instruir a su pueblo.
El regalo espiritual de profecía es uno de los regalos del Espíritu, aquí hay un poco más sobre ello.
“A otro el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas”. (1 Corintios 12:10)
“De manera que teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecia , úsese conforme a la medida de la fe;”– (Romanos 12:6)
“ Porque podéis profetizar todos uno por uno, para que todos aprendan, y todos sean exhortados”.- (1 Corintios 14:31)
Está claro por esto versos que la intención de este regalo es el operar en TODOS los que creen en Jesucristo. En una menor escala experimentamos la profecía cada vez que Jesús nos habla. Del otro lado, en una escala mayor, el profetizar crece en proporción a nuestra fe, así que a través del tiempo puede que veas a alguien grandemente empoderado a fluir en este don según su vida se sujeta, se limpia y es totalmente sometida a Jesús como Señor. Esta persona no es un profeta (uno que tiene el Cargo/Oficio), pero aun así es un arma en las manos de Dios. Pueden ser usados en cualquier momento por instrucción del Espíritu para entregar mensajes poderosos para que los corazones de los hombres se vuelvan a Dios. Con la profecía Dios nos asegura que Él está siempre cerca y cuidándonos.
En cambio, un Profeta es uno que ocupa el cargo de uno de los cinco Oficios Ministeriales. Esta persona es usualmente un individuo separado y escogido que Dios planificó usar como profeta, usualmente antes de nacer. Alguien puede o no saber que el/ella es un profeta, pero hay muchas formas y pruebas que podemos usar para determinar con certeza si lo son. El elemento principal que voy a enfatizar es este: Los profetas NUNCA se pueden auto-denominar como tales. Jesús es el único que puede llamarlos y establecerlos como profetas.
“ Y él mismo constituyo a unos, apóstoles, a otros, profetas; a otros evangelistas; a otros, pastores y maestros; a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo:- (Efesios 4:11-12)
“Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones. Y yo dije: ¡Ah! ¡Ah, Señor Jehová! He aquí, no sé hablar, porque soy niño. 7 Y me dijo Jehová: No digas: Soy un niño; porque a todo lo que te envíe irás tú, y dirás todo lo que te mande. No temas delante de ellos, porque contigo estoy para librarte, dice Jehová. Y extendió Jehová su mano y tocó mi boca, y me dijo Jehová: He aquí he puesto mis palabras en tu boca. Mira que te he puesto en este día sobre naciones y sobre reinos, para arrancar y para destruir, para arruinar y para derribar, para edificar y para plantar. (Jeremías 1:5-10)
Un profeta tiene que ser llamado por Dios. Va a hablar por Dios basado en lo que EL le dice que diga, y puede que sea enviado a hablar a un nivel suficientemente alto donde sea comendado a hablar a líderes y gobernantes de países. Opera según la voluntad del Señor y nunca debe inventarse “cosas” sólo porque hay presión sobre él o ella para profetizar. El fluir del don opera y proviene SOLO del Señor, no de la forma opuesta.
Además, en la vida de cada verdadero profeta vas a encontrar una historia de origen- un “quién/ qué/ dónde” por así decirlo. Esta persona debe poder establecer con convicción y claridad cuándo fue que comenzó a operar bajo la unción profética: teniendo sueños con Dios y el Espíritu Santo como una pieza central, capaz de interpretar sueños, capaz de ofrecer instrucción de Dios a otros por sabiduría divina o la operación de dones de revelación, ser movidos a orar en privado dirigidos comúnmente por Dios, capaz de hablar y demandar un territorio espiritual más extenso que el de ellos mismos (el individual), capaz de ver cosas escondidas y predecir cosas antes de que pasen o declarar que van a pasar y luego ocurren- hay muchos indicios.
No puedes decidir un día que este trabajo Profético se ve mejor que otros en la Cristiandad, así que vas a ponerte un traje elegante, a brillar tus zapatos como diamantes, tomar un micrófono y profetizar. Estás buscando invitar la ira de Dios si haces eso, además de atraer a serios poderes demoníacos a tu vida- (estos se llaman espíritus de adivinación, aunque lo que puedes atraer no se limita sólo a esos). No hay nada que estas entidades amen más que el uso ilegítimo del poder entre los Cristianos, porque esto trae maldición a aquellos que escuchan las falsas profecías y trae también ira sobre los falsos profetas. Las falsas profecías distorsionan seriamente la dinámica espiritual de las iglesias, naciones y hasta de las vidas de los individuos.
La preparación para este cargo es usualmente larga, arduo y requiere un gran proceso de humillación. Aplastándole es como Dios entrena a un profeta- esto le hace obediente, paciente y con un temor saludable del Señor. Un Profeta es capaz de escuchar al Señor de una forma consistente, diferenciándose del don de profecía que fluye en su mayor parte en la presencia de una unción especial, en la reunión del cuerpo o la iglesia, o en momentos privados con Dios. Los Profetas Verdaderos habitan en un diálogo, constante y consistente con el Señor- Lo escuchan a Él en materias grandes y pequeñas, personales y públicas. Escuchan cosas que no han ocurrido aun, y “hablan” cosas que no hay forma de que supieran de no ser porque Dios se las dijo. Su deber es declarar lo que escuchan de parte de Dios como ÉL les instruye. Una vez lo hacen han obedecido a Dios- la responsabilidad está ahora en las personas sobre si creer lo que Dios ha hablado o no.
Oro para que, si has leído hasta aquí, te mantengas conectado para escuchar lo que Dios compartirá en el futuro. Bendiga Dios a todos los visitantes de La Voz del Señor.
-Celestial
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